Hemos vuelto del verano con las pilas recargadas, dando un lavado de cara a la imagen del blog y estrenando colaborador especializado.
Él es
Pablo del Pozo, un hombre del renacimiento, músico y crítico musical en las revistas
Diverdi y
Scherzo, periodista, educador, bloguero en ciernes y, por supuesto, aficionado a las palabras, sus orígenes y curiosidades. Se ha ofrecido a encargarse de la sección de
Música e ilustrarnos sobre ese apasionante mundo y su terminología, la
etimolomusicología como él prefiere decir. Desde luego, no podíamos rechazar su propuesta, así que ¡muchas gracias y bienvenido!
Empecemos por el principio y cogiendo el toro por los cuernos. En inglés, prestado del alemán,
horn significa cuerno de animal. Dado que muchos instrumentos de viento se basaron originalmente en cuernos de animales, el término alude también a muchos de ellos. Incluso a a las bocinas de coche se les dice
horn, aparte de claxon, y no tienen del cuerno ni la forma. Por otra parte, como los primeros teléfonos tenían forma de cuerno, también se les llama
horns a estos aparatos, aunque no tienen nada -casi nada- de instrumentos musicales.
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Trompa |
El
horn a secas es la
trompa en castellano, pero en realidad suele precederse de
french porque en el Reino Unido eran referidos por su procedencia gala. Para los franceses el
french horn es sencillamente
trompe, y para los italianos
tromba; como en castellano, el lexema compartido debe provenir de
strombos, palabra griega que designaba a la caracola marina, origen, junto a los cuernos o las maderas vaciadas, de los más antiguos instrumentos de viento de la humanidad.
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Olifante |
Nada que ver con la trompa de los elefantes, con la que comparten la forma tubular y enrollada, aunque el mismísimo Corominas quisiera asociar al nombre del instrumento la imitación del barrito. Sí es posible que la raíz
trump tuviera éxito en su difusión como onomatopeya, no necesariamente paquidérmica. De todas formas, para hallar elefantas sin más vueltas tenemos el
olifante, un instrumento de llamada que se tallaba directamente sobre el marfil de sus colmillos -no hay que confundirlo con el gigantesco animal homónimo surgido de la imaginación de Tolkien-. Algunos ejemplares se conservan como refinadas obras de arte más que por su valor musical. El olifante más famoso es el de
Roldán, no el villano español sino el héroe francés.
A su vez, de la
tromba italiana deriva su diminutivo
trombetta y su aumentativo
trombone, que en español dieron lugar a la
trompeta y el
trombón. A propósito, es más que significativa la insistencia del alumnado de secundaria en escribir
trompón, por más que se llame la atención sobre falta ortográfica tan reiterada. En realidad se está aplicando el mismo procedimiento que siguió el castellano para crear la "p" de trompeta; además se puede encontrar en algunos textos decimonónicos, luego la cosa viene de largo. Especulo que el buen tamaño del instrumento pueda tener algo que ver, ya que, además, parece saliente de la nariz visto desde lejos. De momento la Academia sigue sin aceptar acepción tan divertida, aunque sí la admite en el sentido de "darse un trompazo”.
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Trombón |
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Trompeta |
Detengámonos en un ejemplo francamente llamativo por proceloso y retorcido. Cuando alguno lea por primera vez
tromba marina se imaginará junto a George Clooney en medio de la tormenta perfecta... Nada que ver, ni con las trombas ni con el mar. Hoy es más frecuente ver esta forma en italiano, pero también podemos encontrar
trompa o
trompeta marina. Y tampoco tiene nada que ver con los instrumentos de viento, pues es de cuerda. [Pónganse este
vídeo en ventana aparte, sin mirarlo, y sigan leyendo]
Podría uno pensar que se trata de un aerófono de metal y de ahí viniera lo de "tromba" ¡pero no! Se trata de un cordófono de origen renacentista y muy preciado durante el Barroco [ya pueden mirar el vídeo]. En el sonido que producen los armónicos de su única y gruesa cuerda está la clave de aqueste camaleón sonoro.
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Tromba marina |
¿Y lo de “marina”? Aunque algún creativo pensara que proviene de su uso en alta mar, lo cierto es que la explicación viene de tierra firme. En lugar de en oleajes y tempestades, debemos situarlos en apacibles conventos alemanes de monjas. De ahí surgió
marientrompete,
trompeta de María o
trompeta mariana y ya se pueden imaginar el resto. Como curiosidad, Apollinaire, seducido por tamaña rareza, escribió su poema más miniaturesco:
Et l’unique cordeau des trompettes marines...
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Cornu |
Aún no hemos acabado con los cuernos. Del latín
cornu proviene el propio
cornu (no recogido en el DRAE) de los antiguos romanos, muy de moda en toda película de época que se precie, o la
cornamusa, del francés
cornamuse (preciosa palabra formada por
corne y
muser, que significa divertirse o vagar).
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Cornamusa |
Pero también la
corneta de las bandas, que no es el mismo instrumento que el
cornetto (no recogido en el DRAE), antigua corneta en castellano a la que hoy se vuelve a denominar tal cual, en italiano, precisamente para distinguirla de la moderna, aunque quizá haya que buscar otra palabra para diferenciarla de un característico helado...
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Cornetto |
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Corneta |
Sin embargo, la versión más grave del
cornetto sí debe su nombre a las curvas del animal que sugiere: el
serpertón, que curiosamente los angloparlantes traducen como
serpent -aunque a la serpiente la llamen
snake-.
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Serpentón |
En el s. XIX se creó un serpertón contrabajo tan grande que pasó a ser conocido como
anaconda, pero el verdadero heredero decimonónico fue el metalizado
oficleido (no recogido en el DRAE), derivado del griego
ophis y
kleis, literalmente ofidio de llaves.
En inglés le dicen
figle, cruce de
oficleido con
bugle, a su vez forma compartida con el francés para referirse a un instrumento algo más pequeño que la corneta derivado del latín
buculus (en referencia al cuerno de buey con el que se harían instrumentos de viento desde antiguo).
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Oficleido |
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Clarín |
No, definitivamente no habíamos acabado con los cuernos; los españoles prefirieron llamarlo
clarín, probablemente por esa asociación tan extendida e inexplicable entre lo agudo y lo luminoso, esto es, entre lo agudo y la claridad.
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Clarinete |
Claridad compartida por los celebérrimos
clarinetes con los que Mozart, sin querer, acabó llevándonos a África. Por cierto, el instrumento para el que en realidad compuso su maravilloso concierto fue un hermoso prototipo que el tiempo olvidó cruelmente; en castellano hoy es más conocido en su forma italiana,
corno di bassetto, a la sazón seudónimo de George Bernard Shaw cuando escribía como crítico musical. Pero igual que se está recuperando musicalmente para los
conciertos, podríamos recuperar lingüísticamente el
cuerno bajete que aparece en la
Gramática musical de Joan Baptista Roca i Bisbal.
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Saxofón |
Volviendo a las serpientes, cuando Adolphe Sax presentó por primera vez su más famoso invento, lo llamó
oficleido de boquilla, o simplemente
nuevo oficleido. Quería rescatar la delicadeza de la madera pero quedarse con la potencia del cuerpo cónico de bronce. Finalmente el tiempo consagró su creación con el
epónimo más célebre de la organología:
saxofón o
saxófono.
Luego vendrían dos instrumentos ausentes del DRAE: el
sarrusofón, hijo de Pierre-Auguste Sarrus -colaborador de Sax-, que suena con sólo nombrarlo, y el
sousafón de John Philip Sousa, el de las
barras y estrellas... Pero reservemos esta vía para algún capítulo futuro sobre epónimos musicales...
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Sarrusafón |
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Sousafón |
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Gemscorno |
Retomando nuevamente el tema de los cuernos, esta vez de lleno en el
horn alemán, podemos citar, por ejemplo, el
fiscorno -y no
fliscorno, quizá más extendido- (de
flügelhorn, cuerno de alas, tal vez por su uso militar como toque de llamada para la formación de las “alas” de un ejército) o el
gemscorno (no recogido en el DRAE; de
gemshorn, cuerno de rebeco -
Rupicapra rupicapra- sobre el que se talla una flauta).
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Fiscorno |
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Trompa de los Alpes |
También el sorprendente y gigantesco
alphorn, de procedencia alpina, conocido en español con la frondosa expresión
trompa de los Alpes.
Pero quizá el caso más enrevesado sea el del
cor anglais, que en el Reino Unido se emplea tal que así, en francés, para aludir al instrumento conocido en castellano como
corno inglés...
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Corno inglés |
…que no nació ni en Inglaterra ni en Francia, sino en tierras germanas. Allí se le bautizó como
engellisches horn, literalmente cuerno angelical por su parecido con el instrumento que portaban los ángeles en algunas pinturas medievales. Como quiera que
engellisches también era la forma de decir “inglés” en alemán antiguo, al tiempo llegó la confusión en italiano (
corno inglese), español (
corno inglés), francés (
cor anglais) e incluso inglés americano (
english horn). Los británicos se quedaron con la expresión de sus vecinos de enfrente, lo que generó aún más confusión; de hecho, durante mucho tiempo se creyó que
anglais venía de una deformación de
anglé, anguloso en francés, puesto que los primeros ejemplares eran algo curvados.
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Ocarina |
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Gaita |
Nos olvidábamos de la simpática
ocarina, creada y bautizada por Giuseppe
Donati, a partir de su italiano dialectal, basándose en su parecido con el de una pobre oca descabezada. O de la
gaita, acaso del suevo
gaits, cabra, por el origen de la piel con la que se
fabricaban los fuelles.
Y hasta aquí el primer capítulo de etimologías instrumentales, que ha girado libremente en torno a los instrumentos de viento surgidos de su “animalidad”, en uno u otro sentido. Nos faltarán aún muchísimos, sin tener siquiera que salir del grupo de los aerófonos.
Además, hemos tocado otros aspectos que proporcionarán mucha más tela que cortar: la forma, el material, las eponimias, los gentilicios, las onomatopeyas o las percepciones subjetivas. ¡Seguiremos desgranándolos en próximas entregas!
Magnífico, gracias.
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