lunes, 24 de noviembre de 2014

TAJEA / ATARJEA

¡¡Hiede a tajea!! Pronunciado con la característica aspiración extremeña que iguala la hache y la jota, fue el descubrimiento-regalo que nos hizo Dania -una buena amiga de la Ensalada- refiriéndose a un olor rancio a humedad y putrefacción.

¡Había que ponerse manos a la obra! Teníamos que descifrar esas pronunciaciones aspiradas, intuir su escritura correcta y comprobar si esos sonoros términos estaban reconocidos por la Academia. ¡Olía a publicación!

La primera parte parecía más fácil, y lo era. Hiede, del verbo heder, procedente del latín foetēre, significa "despedir un olor muy malo y penetrante". Tiene otra acepción: "enfadar, cansar, ser insoportable"; es curiosa, pero no es la que aromatiza nuestra cuestión.

El segundo vocablo tiene más jugo. Una tajea es un "puente pequeño en un camino, hecho para que por debajo de él pasen las aguas o una vía de comunicación poco importante", pero eso no tendría por qué oler...
Sin embargo, su primera acepción nos remite a "atarjea" y aquí tenemos que husmear un poco más...

Según el DRAE, una atarjea, del árabe hispánico attašyí‘, y este del árabe clásico tašyī‘ 'acompañamiento', es la "caja de ladrillo con que se visten las cañerías para su defensa", pero también el "conducto o encañado por donde las aguas de la casa van al sumidero". Y esto ya va oliendo peor...

Aquellos polvos trajeron estos lodos, y estos lodos, canalizados, nos han traído nuevas y apestosas palabras para ampliar la colección. ¡Y al fin y al cabo, eso, no nos huele tan mal!

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