El otro día conocimos la grata y reconfortante
noticia del nacimiento en cautividad de una cría de lince ibérico (
Lynx pardinus) en Doñana; sin duda, una noticia esperanzadora para los amantes de la naturaleza y la
biología, y de la fauna en particular, como nosotros.
Esta imponente y hermosa criatura nos ha recordado un vocablo original y sorprendente, con una historia etimológica singular tras de sí que no queremos dejar caer en el olvido. Hay que evitar la extinción de leyendas como esta, al igual que la del propio lince.
Lincurio suena a épico, a historia antigua... Efectivamente, es un término procedente
del latín lyncurĭum, y este del griego λυγκούριον, ámbar fósil, propiamente, orina del lince. ¡Así que esa es la relación con el animalito...! Pero, ¿qué significa exactamente?
Pues la definición de la Academia es para mear y no echar gota, nunca mejor dicho. El DRAE define lincurio tal que así: "piedra conocida de los antiguos, que suponían que era la
orina del lince petrificada, y según los más es la belemnita, según
otros la turmalina". ¿Qué clase de definición es esta? ¡Es menos técnica que la del ñu, incluso!
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Belemnita |
Lo que sacamos en claro es que es una piedra rodeada de un cierto mito, quizá por lo enigmático de la majestuosa figura felina. Descartada la petrificación urinaria, parece que no hay acuerdo sobre a qué piedra aludían los antiguos con este nombre; si bien, "los más" y "otros" no son aproximaciones muy científicas a las corrientes de opinión.
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Turmalina |
La opción mayoritaria, la belemnita -también belemnites-, es la extremidad de la concha fosilizada de ciertos cefalópodos, mientras que los de opinión contraria apuestan por la turmalina, un mineral componente del granito. ¡No tienen demasiado que ver!
Abogábamos al comienzo por la conservación de vocablos, leyendas y especies singulares pero quizá habría que luchar al mismo tiempo por la extinción de definiciones confusas y poco elaboradas... ¡¡Aunque al menos nos sacan una sonrisa!!
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