Esta buena mujer ha alcanzado su minuto de gloria precisamente por quejarse de un tema muy serio con unos términos muy simpáticos:
“No te pongas (enferma) a las nueve que no te vale el santolio. Como te dé una miaja de apechusque, la roscas.”
¡No tiene desperdicio!
¡Empecemos la casa por el tejado! Roscar, con el significado de morir, no aparece en el DRAE. Miaja -mieja en algunas zonas de España- es una migaja, una porción pequeña y menuda de algo; se entiende que la mujer se refería a algo pequeño, leve, sin importancia... Y una palabra tan bonita como apechusque, que ya había hecho llegar Irene a la Ensalada pero que no habíamos incluido por ser un localismo, ha conseguido hacerse con un comentario en el blog; es una palabra que se usa únicamente en plural, restringida a Andalucía, Castilla-La Mancha y Murcia, para aludir a los utensilios, herramientas o instrumentos de un oficio o arte; la señora, sin embargo, lo utiliza como sinónimo de soponcio, indisposición, desmayo, ataque...
Pero el gran descubrimiento está al principio: santolio. La gente conjetura si se quería referir al sanatorio, al santoral católico o a un santo en particular pero, para nuestra sorpresa, el término existe así, tal cual. Santolio es una forma rural para aludir a la segunda acepción de óleo: por antonomasia, óleo que usa la Iglesia en los sacramentos y otras ceremonias. La Academia indica que se usa más en plural: los santos óleos. ¡Ajá! Así que era así de fácil... ni San Tolio ni nada... santolio, santo óleo.
¡¡Qué grande y sabia la cultura popular!! Aunque esperemos que la señora se equivoque en su predicción...
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