En principio, todos podemos dar una definición bastante aproximada para huésped/a. Seguramente se correspondería con las dos primeras acepciones de la Academia: "persona alojada en casa ajena" y "persona alojada en un establecimiento de hostelería".
Sin embargo las tres acepciones restantes inducen a confusión, ya que, aunque poco usadas, implican exactamente el sentido contrario: "mesonero o amo de posada" y "persona que hospeda en su casa a otra"; aplicado al campo de la biología representa también al "vegetal o animal en cuyo cuerpo se aloja un parásito".
Entonces, ¿se puede ser huésped de un huésped? Sobre el papel sí, pero el Diccionario Panhispánico de Dudas nos aclara esta situación. Sorprende el hecho de que su raíz etimológica latina (hospes, -ĭtis) ya poseía ambos significados, aunque curiosamente su sentido original es el menos utilizado hoy en castellano; para evitar equívocos, el DPD recomienda el uso de anfitrión para quien proporciona alojamiento y reserva huésped para quien lo recibe.
Además, podemos observar otra singularidad. Existe la forma femenina tradicional huéspeda, aunque el DPD recomienda la forma común en cuanto a género: el/la huésped. Lo que no se admite es esdrujulizar el masculino, huéspede, aunque se escuche por ahí...
Para terminar destacaremos algunas expresiones peculiares que contienen nuestra sorprendente palabra:
- No contar con la huéspeda o echar la cuenta sin la huéspeda es una forma coloquial que siginifica "encarecer las ventajas de un negocio sin pensar en los inconvenientes".
- Ser alguien huésped en su casa es, coloquialmente, parar poco en ella.
- Antojársele a alguien los dedos huéspedes significa ser excesivamente receloso o suspicaz.
Estaréis pensando que al final tenía bastante intríngulis este término ¡eh! ¡Menudos huéspedes estáis hechos!
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