viernes, 30 de enero de 2015

GUALDO/A

¡Demos un poco de color a este invierno leucofeo!

A los más "pajareros" os puede resultar familiar por la chova piquigualda (Pyrrhocorax graculus), pero, sin duda, a la mayoría de los lectores de la Ensalada os sonará este término por la bandera española, conocida como la rojigualda. Parece que, por eliminación, el color gualdo debe tener que ver con el tono amarillo... Efectivamente es así, pero ¡vamos a descubrir su origen!

Según el DRAE, gualdo/a es algo "amarillo, del color de la flor de la gualda". Nos especifica el lexicón académico que se usa más la forma gualda para referirse al masculino: colores rojo y gualda. Así que una flor...
¿Y qué es exactamente la gualda? Tiene su propia entrada en el diccionario. Es la "hierba de la familia de las Resedáceas, con tallos ramosos de cuatro a seis decímetros de altura, hojas enteras, lanceoladas, con un diente a cada lado de la base, flores amarillas en espigas compactas, y fruto capsular con semillas pequeñas en forma de riñón. Aunque abunda bastante como planta silvestre, se cultiva para teñir de amarillo dorado con su cocimiento". Para su etimología, como para tantas otras cosas, dependemos de los germanos, pues el término procede del germánico *walda [cf. neerlandés medio woude, inglés medio wolde].

¡Pero sepamos algo más sobre la planta que ha extendido su nombre a nuestra bandera! También se llama reseda o gabarro y su nombre científico es Reseda luteola. Su hábitat se localiza en Europa, el norte de África y el oeste de Asia; se puede encontrar en gran parte del territorio español. Crece en herbazales de bordes de camino y en escombreras y zonas pedregosas degradadas y removidas. Además de lo que comenta el DRAE sobre su empleo en las tinturas amarillas, debido a un pigmento denominado luteolina, era una planta apreciada por sus propiedades curativas como calmante.

Precisamente es al color de esas flores y su luteolina al que se refiere el diccionario con la expresión coloquial cara de gualda, que se puede usar para referirse a una persona muy pálida. Cara de gualda que no debe caracterizar a los ensaladeros, ¡y menos con el fin de semana por delante!

sábado, 17 de enero de 2015

PATOGNOMÓNICO/A

¡¡Pues ya estamos de vuelta!! Se os ha hecho largo, ¿verdad? Volvemos a la carga con más ganas, después de unas semanas en que los médicos nos han mantenido alejados de los diccionarios. Y no, ¡no era un problema de adicciones lingüísticas!
Como, por suerte, los problemas de salud se han resuelto favorablemente, ¡qué mejor manera de homenajear a la medicina que con una fantástica esdrújula medicinal!

Pudiera parecer que algo patognomónico es algo perteneciente a una vieja dinastía de alguna cultura antigua, pero es algo mucho más corporal. Eso sí, podría ser hereditario y hasta contagioso...


A partir de pato- [dolencia, afección] y el griego γνωμονικός, que indica, obtenemos patognomónico/a. Se dice, en el ámbito de la medicina, de un síntoma "que caracteriza y define una determinada enfermedad"; es decir, es un indicador único y específico que permite un diagnóstico preciso.

¡Qué fácil sería para los galenos que cada enfermedad tuviera su signo patognomónico...! El concepto es fácil de entender pero difícil de encontrar. Parece que existen pocos ejemplos de síntomas patognomónicos; entre ellos, los corpúsculos de Negri que aparecen en las neuronas de los afectados por la rabia, la orina rojiza en la porfiria o con olor a moho en la fenilcetonuria, los xantomas palmares en los casos de hiperlipoproteinemia o las manchas de Koplik en la boca de los enfermos con sarampión.

En cualquier caso, lo mejor es que no sufráis ningún síntoma de este tipo. Si acaso tenéis que padecer alguno, que sea tener la web de la RAE como página de inicio, anotar las palabras extrañas que captéis en conversaciones ajenas o escudriñar periódicos y telediarios en busca del gazapo despistado... ¡Son signos patognomónicos inequívocos de la ensaladitis palabroide!